jueves, 11 de abril de 2013

Bahía Blanca: todavía se buscan dos bebés nacidos en el CCDyE La Escuelita

 "En el horizonte, dos juicios más y la necesidad de poner la lupa sobre partícipes civiles. Y una tarea: la búsqueda de dos muchachos de 36 años nacidos en 1977".

Por Diego Kenis, desde Bahía Blanca I -  Foto: Sofía Pascualetti

Un Día de la Memoria especial se vivió en Bahía Blanca el 24 de marzo pasado: fue el primero con la impunidad en retroceso, luego de la sentencia de septiembre en el juicio contra represores del V Cuerpo. En el horizonte, dos juicios más y la necesidad de poner la lupa sobre partícipes civiles. Y una tarea: la búsqueda de dos muchachos de 36 años nacidos en 1977, durante el cautiverio de sus madres. Desde el 24 de marzo, una silueta emplazada en el sitio donde funcionó el CCD "La Escuelita" señaliza esa misión de todos. Mientras ellos no recuperen sus identidades, los efectos del Terrorismo de Estado se perpetuarán.

El jueves 28 de marzo pasado, el diario La Nueva Provincia saludó el despertar de quienes todavía se animan a leerlo con un editorial en que se sumó a la tergiversación de los dichos de Estela de Carlotto sobre una supuesta reivindicación de la lucha armada para luego catalogar de “terroristas” a las víctimas de la represión clandestina de la última dictadura cívico militar. De ese modo, el diario retomó la pluma imperativa de antaño, aquella que llevó a que se pose sobre su actuación la mirada judicial. En este caso, festejó en retrospectiva: “hace 36 años las Fuerzas Armadas de la Nación pusieron punto final a ese sueño terrorista”, dice el editorial sin firma.

No resulta extraña la reacción porque cuatro días antes, el domingo 24, decenas de personas participaron del primer acto conmemorativo por el Día de la Memoria que se realizó en Bahía Blanca con la impunidad en retirada. El 12 de septiembre pasado, el Tribunal Oral Federal compuesto por los jueces Jorge Ferro, José Triputti y Martín Bava condenó a diecisiete represores que durante la dictadura actuaron bajo la órbita del V Cuerpo de Ejército, en la subzona 51 de la represión clandestina. La mayoría de las penas dictadas fue a prisión perpetua. Además, el TOF ordenó a la Justicia Federal bahiense de primera instancia abocarse a las investigaciones por las complicidades civiles, lo que incluye al ex capellán del Ejército Aldo Vara y a los directivos del matutino.

El acto principal en la mañana bahiense del 24 de marzo tuvo como escenario al predio del V Cuerpo donde funcionó el Centro Clandestino de Detención (CCD) “La Escuelita”, y contó con la organización de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), H.I.J.O.S. Bahía Blanca y la filial local de la Red por el Derecho a la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo. Ofició además como preparatorio para el comienzo de otros dos juicios orales. Uno comenzará en mayo y llevará al banquillo a una decena de represores del Ejército. El otro involucrará a aquellos que actuaron bajo la órbita de la Armada. La Nueva Provincia tiene motivos para estar nervioso: ese juicio incluirá los casos de los asesinatos de los delegados gremiales Enrique Heinrich y Miguel Ángel Loyola, secuestrados y asesinados luego de encabezar una huelga contra la patronal.

Nacer por siempre


Dos de los delitos de lesa humanidad que fueron considerados durante el debate judicial que concluyó en septiembre fueron los vinculados a las apropiaciones de los hijos nacidos en cautiverio de Graciela Romero de Metz y María Graciela Izurieta, quienes permanecieron secuestradas en “La Escuelita” durante sus embarazos. Sus hijos, dos varones que a la fecha cuentan con aproximadamente 36 años, aún viven sus vidas, sus felicidades y tristezas, bajo una identidad falsa, producto de la perversidad de la maquinaria del Terrorismo de Estado.

Por ello, el primer 24 de marzo con la impunidad en retirada no podía ser uno más, sino que debía marcar el camino a seguir. “Mientras al menos un hombre o mujer viva con una identidad que no es la suya a causa del plan sistemático de apropiación de menores implementado durante la dictadura, los efectos del Terrorismo de Estado se perpetuarán”, fue la conclusión que a través de la psicóloga Rocío Galindo la Red llevó al acto. 

Como símbolo del camino a seguir, en el cierre del encuentro y cuando ya el reloj se aproximaba al mediodía dominical, representantes de los tres organismos de derechos humanos responsables del acto se acercaron al cartel de señalización de “La Escuelita”, sobre el alambrado del predio que da al camino de cintura bahiense. Componían el grupo Eduardo Hidalgo, sobreviviente del CCD y titular de la APDH; Anahí Junquera, integrante de H.Í.J.O.S. e hija de Néstor Junquera y María Eugenia González, desaparecidos que también pasaron por dicho CCD en 1976; y Ayelén Durán, por la Red por la Identidad.

Entre  todos descubrieron allí una silueta que representa a una mujer embarazada. La venda que cubre sus ojos dice el resto. Quienes transiten el Camino La Carrindanga, una de las salidas de la ciudad, tendrán presente lo ocurrido allí. También los pasajeros del tren que corre a apenas veinte metros del lugar. El mismo que oían pasar los secuestrados. Será un modo de apostar a la búsqueda colectiva.

Natividad

Cuando la escritora Alicia Partnoy declaró en el Juicio por la Verdad de Bahía Blanca, solicitó autorización para leer dos capítulos del libro testimonial que tituló con el mismo nombre que los represores daban al CCD donde estuvo detenida: “La Escuelita”.
Corría por entonces el último mes del último año del milenio, diciembre de 1999. Los caminos de la búsqueda de Justicia estaban cerrados y quedaba buscar una Verdad que sirviera para reparar lo que pudiese ser reparado. Alicia eligió leer “Graciela: alrededor de la mesa” y “Natividad”, dos capítulos donde narra el desarrollo del embarazo de Graciela Romero y el parto de su bebé. La escritora compartió cautiverio con Graciela y si bien no asistió al nacimiento de la criatura sí fue testigo de los preparativos. Poco después del alumbramiento, pudo hablar con Romero y saber que su hijo había nacido sano, a pesar de las salvajes torturas que su madre debió soportar, y que se encontraba en buen estado. Cuando en el CCD dejó de verse a Graciela Romero de Metz, Partnoy logró saber que la criatura había sido entregada, al menos en primera instancia, a uno de los interrogadores del lugar.

El testimonio de la escritora, que desde mediados de la década del ‘80 recorre el mundo en forma de libro, resulta de este modo determinante para saber que el hijo varón de Graciela Romero y Raúl Metz, secuestrados en Neuquén en 1976, nació en la noche que fue del 16 al 17 de abril de 1977. Se encuentra próximo a cumplir los 36 años.

Hasta que recupere su identidad, seguirá naciendo en tiempo presente en las palabras que Alicia Partnoy imprimió en “La Escuelita”: “Graciela acaba de parir. Un niño ha nacido prisionero. Mientras las manos de los verdugos lo reciben en el mundo, la sombra de la vida se retira, triunfadora a medias, derrotada a medias. Sobre los hombros lleva un poncho de injusticia”.

“Por el bebé estoy viva”


El fiscal Abel Córdoba marcó, nuevamente, un camino. El mensaje que envió para acompañar el acto del 24 de marzo llamó a continuar la búsqueda de Justicia para las víctimas y el fin de la impunidad de “represores y represoras”.

La carta que Graciela Izurieta pudo escribir en cautiverio. "Por el bebé estoy viva", dice.
Desde diciembre de 2010, cuando el propio Córdoba la imputó, la abogada Gloria Girotti inauguró el femenino del término en territorio bahiense. Como secretaria del ex juez federal Guillermo Madueño, Girotti llegó a presenciar interrogatorios bajo tortura a personas ilegalmente detenidas. Además, omitía dar curso a denuncias y rechazaba pedidos de hábeas corpus.

Una de las resoluciones de rechazo en que aparece su firma es la referido a María Graciela Izurieta, secuestrada durante la última semana de julio de 1976 en Bahía Blanca y trasladada a “La Escuelita”, donde paso siete meses de embarazo.

En el acto del último 24 de marzo, la lectura que Anabel Bustos Arnst, miembro de la Red,  hizo de una carta escrita por María Graciela conmovió a todos. Pudo enviarla a sus padres desde el mismo CCD, el primer día de diciembre de ese año. La puntuación irregular en la escritura de una universitaria del tercer año de Filosofía y la caligrafía prueban que fue escrita “de contrabando”, como ella misma indica en el texto.
Allí les contaba de sus deseos de abrazarlos, y que “todavía estoy viva y con ganas de ser feliz, de reírme y tengo una razón para sentirme bien a pesar de todo, y es que estoy embarazada”.

En la línea siguiente les informa que el nene es hijo de “Marcelo”, sobrenombre de Alberto Garralda. “Pobrecito Marcelo, que yo no va a poder conocerlo nunca y es por el bebé que estoy viva y es gracias a él que voy a ir a la cárcel”, escribió luego. Estos renglones dejan ver una de las más terribles torturas imaginables: una mujer secuestrada, sometida a vejámenes, embarazada, era consciente de que habían asesinado a su pareja y, aunque mantenía una esperanza de supervivencia, comenzaba a percibir que ella sólo permanecía con vida por ser el mero instrumento para la gestación de su hijo. Es difícil concebir una crueldad mayor que la exhibida por los genocidas en casos como éste.

María Graciela permaneció en “La Escuelita” hasta aproximadamente su octavo mes de embarazo. Su superviviencia hasta entonces prueba que sólo tenía por objeto permitirle alumbrar a la criatura que llevaba en su vientre. Hoy, es un muchacho de 36 años que aún no se ha encontrado consigo mismo. Buscarlo es la tarea.

Si tenés dudas sobre tu identidad, o creés que podés ser hijo de desaparecidos, en Bahía Blanca o la región podés comunicarte con la Red por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, llamando al teléfono (0291) 15467128 o escribiendo al correo electrónico a redxlaidentidadbblanca@gmail.com.