miércoles, 30 de noviembre de 2011

Indagarán a dos ex secretarios


La Justicia bahiense

Los ex secretarios del juzgado federal de Bahía Blanca durante la dictadura, Hugo Sierra y Gloria Girotti, acusados de encubrir delitos de lesa humanidad, deberán declarar como imputados. A un año del pedido de detención del fiscal Abel Córdoba, la Cámara Federal desacreditó los artilugios del juez Alcindo Alvarez Canale, quien pretendía citar a Girotti como testigo e indagar a Sierra por sólo cinco de los 39 hechos que se le imputan, y ordenó que declaren como acusados. El único delito por el que no rendirán cuentas quienes fueron mano derecha del juez Guillermo Madueño es el rechazo de hábeas corpus y la persecución a familias de desaparecidos para exigirles las costas: para Ricardo Planes, Augusto Fernández y Angel Argañaraz eran “funciones inherentes al cargo”.

“¿Qué hubieran hecho los de los derechos humanos si hubieran estado ahí?”, suele gritar Alvarez Canale sin ocultar su voluntad de no investigar a los cómplices civiles. El juez se tomó licencia el día que el Tribunal Oral ordenó detener a Sierra, que llegó a recibir testimonios con soldados apuntando sus armas a un secuestrado. La Cámara consideró que Alvarez Canale adelantó su posición sin haber escuchado a los acusados y ordenó garantizarles el derecho de defensa. Profesores de la Universidad del Sur, a la que Sierra renunció tras su fugaz detención, le organizan para el miércoles una “cena despedida” en el quincho de la jueza María Laura Pinto de Almeida Castro.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

“Méndez la mató”

El represor que reza
La religión acompaña al represor en las audiencias.

Ayer por la tarde continuaron recibiéndose testimonios sobre el operativo realizado por el grupo de tareas del V Cuerpo de Ejército en Fitz Roy 137 el 14 de noviembre de 1976 donde fueron asesinados Olga Souto Castillo -embarazada de cuatro meses- y su compañero Daniel Hidalgo, ambos militantes peronistas.

El ex colimba Félix Julián relató que el subteniente Mario Carlos Méndez le comentó que había asesinado a la mujer embarazada: “Yo me enteré después por comentarios de Méndez (…) Sé que mataron a dos personas ahí adentro, que él había matado a la chica que estaba embarazada y el otro al muchacho en el baño. Creo recordar que con una ametralladora”.

La función del militar riocuartense en Bahía Blanca incluía tareas de custodia del personal superior del V Cuerpo pero no perdía oportunidad de participar en los operativos de secuestro de personas sumándose de hecho a las filas de la Agrupación Tropa, comandada por el mayor Ibarra.

La escribana Edith Carmen Delgado, recordó que vivía allí con su hijo y que ese día percibieron movimiento en los pasillos, gente que corría, “tiros y demás yerbas”. No pudo precisar la hora de inicio del ataque pero “sí el programa que estaba viendo mi hijo que era el Mundo de los Simios”.

“Soy bastante miedosa, los gritos eran muy feos. En ese momento se corría el rumor que había problemas serios en distintos lugares. Tiros y demás se escucharon desde la planta baja. El edificio todavía conserva las huellas de esos tiros. Evidentemente estaban tratando de detener a alguien. Mi departamento era el 2, contrafrente”, aseguró.

Relató que la orden era no salir de su vivienda pero alrededor de las tres de la mañana “se empezó a incendiar el departamento donde habían ocurrido estos hechos y tuvimos que evacuar”.

“No entra en mi mente lo que hicieron”

Desde Mar del Plata vino Isabel Cristina Souto, hermana de Olga que había cumplido 20 años el 15 de octubre del 76 y era un año y tres meses menor que ella.

“En realidad yo me entero donde la matan doce años después que ocurrió el hecho. Hasta ese momento no sabíamos qué había pasado. Me entero por la declaración de un tal Vilas que dice que en Bahía Blanca habían matado a una mujer con otro nombre (Delia García)”, dijo a los jueces.

La familia Souto vivía en Capital Federal y cuando Silvia y Olga cumplieron 12 o 13 años se trasladaron a Mar del Plata. “Antes del Proceso nosotras militábamos en la UES (Unión de Estudiantes Secundarios), a mi hermana la buscaban, así que dejó de vivir en casa cuando tenía 17 años y a partir de ese momento una vez por semana o cada diez días venía el Ejército a preguntar por ella. Nos separaban en las habitaciones para ver que sabíamos”.

Las visitas se reiteraron por más de dos años y se cortaron en noviembre del 76 por lo que la familia concluyó que Olga había sido asesinada o capturada por las fuerzas armadas. Desde entonces, la buscaron junto al bebé que llevaba en su vientre.

Doce años después se enteraron de lo sucedido: “Cuando supimos que había muerto, que no había que buscar un bebé, fue también el hecho que (mis padres) no pudieron velarla, enterrarla y ellos (los militares) siempre supieron y nunca nos lo dijeron. Ni siquiera podíamos decirle a los demás por eso del algo habrá hecho. Fue tan arbitrario, tenían la ley detrás de ellos para juzgarla si había hecho algo y no lo hicieron. No puedo entender lo que hicieron porque en mi mente no entra”.

Daniel Alberto Alguacil, en 1976 vivía en Fitz Roy 137 con su bebé y su esposa que gestaba su segundo hijo. Declaró que “aproximadamente a las nueve de la noche escuchamos dos explosiones. Nos asustamos porque el departamento era un funcional, chico, estaba en el tercer piso 5, contrafrente, cerca de la escalera. Abrí la puerta y vi un militar que circulaba por la escalera. Me indicó que ingresara, que cierre la puerta, que no hable a nadie y que iban a avisar cuando se pueda salir”.

Se refugió con su familia en una habitación que daba a un patio de luz “con mucho susto y nerviosismo porque se seguían escuchando detonaciones y explosiones”. Después decidieron encerrarse en el baño que era más seguro. Estuvieron tres o cuatro horas y pudieron comunicarse con un vecino por la ventilación.

“Cuando fueron cesando los disparos y las detonaciones, pudimos evacuar el departamento. Ahí fue donde descendimos por la escalera y nos dijeron que todo el edificio iba a ser desalojado. Optamos por ir a lo de mis padres y volví la mañana siguiente”, comentó el testigo.

Colimbas en el Comando

Luego se presentó Félix Eduardo Julián quien comenzó su servicio militar el 15 de marzo de 1976 en el Comando V Cuerpo de Ejército.

Luego de la instrucción militar fue designado chofer del comandante Azpitarte con la orden de “no detenerse en semáforos, tratar de esquivar acumulaciones de autos teniendo en cuenta que podía ser parado en cualquier momento y había que evitarlo. Podían ser grupos terroristas, montoneros y todo ese tipo que eran los que más teníamos”.

Su jefe directo era el represor Mario Carlos Méndez, alias Tucho o El Loco de la Guerra, que no dudaba en jactarse de los operativos en que participaba durante las noches.

“Lo que más recuerdo es un procedimiento que se hizo en calle Fitz Roy. Después tuve que llevar al comandante para que vea como había quedado el departamento y por boca de Méndez me relató que había participado. Comentó que lo habían herido en la mano izquierda en ese procedimiento. Había recibido órdenes que había gente subversiva o posible documentación y que al ir se originó un tiroteo”, manifestó Julián.

Méndez le relató que “con otro oficial reciben al ingresar disparos de adentro y ellos contestan y se origina un acontecimiento terrible, sé que habían matado a dos personas ahí adentro. Con los años sé que fue el joven Hidalgo y la señora. Méndez me comenta que era un matrimonio y que la mujer estaba embarazada”.

Al edificio de Fitz Roy, el general Azpitarte llegó con custodia de un suboficial. Al salir, subió al auto y no hizo ningún comentario. “Yo me enteré después por comentarios de Méndez (…) Sé que mataron a dos personas ahí adentro, que él había matado a la chica que estaba embarazada y el otro al muchacho en el baño. Creo recordar que con una ametralladora”.

“Cuando casi no reciben fuego de adentro, él entra corriendo al departamento, se tira encima de una cama y la mujer estaba sobre el piso bastante malherida pero le alcanza a disparar –es herido en la mano- y en la cama la termina de matar”, insistió.

Néstor Omar Bonifaci también comenzó su servicio militar el 15 de marzo del 76 en el Comando V Cuerpo y luego en el Hospital Militar. En su etapa de instrucción participó en una o dos sesiones de tiro en el Balneario Maldonado y en simulacros de combate urbano en el sector de caballeriza. Su jefe directo era el capitán Adalberti.

El juez José Mario Triputti le marcó la contradicción entre su primera declaración ante el fiscal Hugo Cañón en 2007 y la de ayer respecto a su conocimiento sobre la existencia de un centro de detención y camionetas que llevaban gente hacía allí.

“Uno atando cabos a medida que pasa el tiempo relaciona lo que por allá haya visto. Puede ser que hayan pasado camionetas pero no que haya habido un centro clandestino”, explicó. Conclusión: “Hoy si me pregunta si había un centro, evidentemente lo había. Pero si usted me pregunta si en ese momento conocía la existencia del centro, no lo conocía”.

Una situación similar se dio cuando el juez Jorge Ferro le marcó que en 2007 el testigo dijo que el día del operativo en Fitz Roy estaba en la guardia del hospital y recibió un llamado pidiendo una ambulancia y le preguntó si sabía que un subteniente había sido herido.

Bonifaci dijo que no y Ferro le advirtió que “vuelve a incurrir en el mismo error porque en la declaración anterior dice que sí y que podría ser el subteniente Méndez aunque duda si no fue uno de apellido Corres. Usted es muy preciso con los nombres… no tira cualquier apellido”.

“Ehhh… está bien. Sí… ehhh por comentarios tuvieron participación pero no lo vi”, respondió.

Al final de la tarde declaró el ex colimba Juan José Isachi cuyo destino fue el Hospital Militar pero fue pasado “en comisión al Comando porque el teniente De la Serna era amigo de un vecino mío y necesitaba alguien de confianza”.

Aseguró que Méndez “era un subteniente muy enérgico del Ejército, le decían el Loco de la Guerra, no era muy querido por los soldados. Hacía chistes con armas”. Identificó a Chisu, alias Ginebra, como uno de los custodios del general Vilas. Al ser consultado por el fiscal Córdoba respondió: “No tengo idea si estaba vinculado a algún sector sindical”.

En cuanto a De la Serna, el testigo afirmó que “manejaba la parte de prensa. La tarea era de ayudante del general y se encargaba de la prensa. Manejarse con algún periodista y cosas así. Tendrían que venir los periodistas… pero no eran muchas las actividades que desarrollaban. Sé que era encargado de prensa por el título que tenía. Se reunía con el general, tomaba mate en la oficina”.
Publicado el 16/11/2011 por efemedelacallehttp://juiciobahiablanca.wordpress.com/2011/11/16/mendez-la-mato/#more-1875

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Víctimas de La Escuelita : "pongo el acento en la apertura de los archivos..."

Los familiares de un matrimonio desaparecido que estuvo detenido en el centro clandestino La Escuelita dieron ayer su testimonio en el marco del juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en Bahía Blanca durante la dictadura. 
Graciela Romero y Raúl Metz fueron secuestrados en 1976, ella estaba embarazada de cinco meses y se sospecha que su bebé fue apropiado. Ayer, el primer testimonio fue el de Luis Carlos Metz, hermano de Raúl. Contó cómo supo que “los tenían muy mal en La Escuelita, en una cama, permanentemente con los ojos vendados”. “Si mal no recuerdo, el 26 de abril nació un varón y ese mismo día los ejecutaron”, aseguró. Luego, Adriana, primera hija del matrimonio, relató su experiencia y reclamó que los represores “digan dónde están mi hermano y el hijo de Graciela Izurieta”, otra criatura nacida en La Escuelita.
La joven pareja compuesta por Graciela Romero de Metz y Raúl Metz fue secuestrada en Cutral Co en 1976 y trasladada al centro clandestino de detención de Bahía Blanca. Ambos fueron torturados y figuran como desaparecidos, pero Graciela estaba embarazada y tuvo allí a su segundo hijo. Sospechan que fue apropiado y piden abrir archivos.Los Metz, desaparecidos durante la última dictadura, eran militantes barriales 
 
"Lo más apremiante, lo más urgente y lo que hay que volver a poner en el tapete es la búsqueda de ese bebé, que hoy es un hombre", dijo Nora Maggi, una de las integrantes en Neuquén de la comisión de apoyo a los juicios por crímenes de la dictadura en Bahía Blanca. El primer proceso por delitos de lesa humanidad en la ciudad del sur bonaerense iba a comenzar esta semana, pero se pospuso tras la renuncia de dos jueces que integraban el tribunal y que fueron recusados. Nora Maggi fue detenida en Bahía en 1975 y llevada al penal de Mar del Plata como presa política, un año antes de que se produjera el golpe de Estado. 

En la cárcel, supo por sobrevivientes del centro clandestino "La Escuelita" de Bahía, que Graciela Romero –a quien ella recordaba de la Universidad Nacional del Sur– había tenido un bebé en ese centro de detención, al que había sido llevada desde Cutral Co.
"Conocí a Graciela de los pasillos de la Universidad, porque militaba; todos militábamos. Ella estaba embarazada de su primera hija, Adriana, y era militante barrial", dijo Nora. Agregó que después de la cárcel y del exilio de otros sobrevivientes que testimoniaron sobre los horrores de la dictadura, en 2005, cuando se reabrieron las causas, hubo un reagrupamiento de sobrevivientes y de familiares de detenidos-desaparecidos "para ayudar a Adriana en la búsqueda del segundo bebé que tuvo Graciela y que es su hermano". 
Graciela Romero de Metz y Raúl Metz estaban en Cutral Co en diciembre de 1976 cuando fueron secuestrados y Adriana, la hija de ambos, quedó al cuidado de unos vecinos hasta que a los pocos días llegó a la comarca petrolera Oscar Metz, su abuelo. Las constancias en la causa indican que el matrimonio fue torturado en su viaje hacia el Alto Valle y podrían haber permanecido un tiempo breve en "la Escuelita" de Neuquén, pero fue en el centro clandestino de Bahía donde los vieron por última vez. Una de las sobrevivientes del cautiverio en el V Cuerpo, Alicia Partnoy, compartió algunas charlas con Graciela antes y después del parto, que la joven madre afrontó sola en un trailer que los represores colocaron en el patio del lugar donde todos permanecían cautivos. Por sus dichos se supo que la noche del 17 de abril de 1977, Adriana tuvo un hermanito, que estuvo con su madre casi una semana hasta que ella fue "trasladada", y el varón apropiado. El robo del bebé de Graciela Romero será ventilado en el juicio. Otro bebé, el de Graciela Izurieta, también integra la lista de casi 100 casos por los que van a juicio 19 responsables del V Cuerpo.

"Se volvió una búsqueda incansable; uno trata de sensibilizar a la población, pero también a esa franja de jóvenes que ya no están en la escuela, que puede ser que en esta altura aún asistan a la Universidad", dijo Nora, quien insistió en que uno de los pedidos de prueba en este juicio será "la apertura de los archivos". Destacó que el abuelo Metz (ya fallecido) al saber la fecha del alumbramiento pidió al registro de las personas de la provincia de Buenos Aires los nacimientos entre el 15 de marzo y 15 de mayo de 1977; en un tiempo antes de que se tramitaran las causas por los desaparecidos, sin que se obtuvieran respuestas. En 2006 hubo un dato que llevó a Adriana Metz a solicitarle a un joven adoptado que se hiciera los análisis de ADN porque todo indicaba que podría ser su hermano, pero los resultados fueron negativos. "Por eso pongo el acento en la apertura de los archivos; una cosa es el trabajo gris y cotidiano de los datos que llegan y las cosas que uno supone, pero existen archivos que debieran ser abiertos. Lo pido aún sabiendo que tenemos que seguir buscando nosotros", insistió. Nora dijo que la hipótesis más certera de porqué el matrimonio Metz vivía en 1976 en la comarca petrolera era por la persecución y muerte implementada por la dictadura. "Intento reconstruir la historia de mis compañeros venidos para acá, que eran de Bahía. Creo que era la imposibilidad de seguir estando en Bahía. Por ejemplo, cuando a mí me detuvieron yo ya no vivía allá, yo soy de La Pampa, estudiaba en Bahía donde también militaba en el PRT, y me secuestraron porque había regresado a buscar ropa y pertenencias; y ya 1975 era conflictivo y complicado Bahía. Estimo que fueron a Cutral Co corridos por la represión, porque en Bahía se estaba diezmando a todos, y los dos eran militantes barriales", sostuvo.

domingo, 6 de noviembre de 2011

No Liberarán al ex policía Félix Alais, Procesado por Delitos de Lesa Humanidad

 La Cámara Federal de Bahía Blanca rechazó la excarcelación de Félix Alejandro Alais que había pedido su abogado. En un fallo que se puede leer haciendo clic en este enlace, los jueces Ricardo Planes, Augusto Fernández y Angel Argañaraz confirmaron la resolución del juez federal subrogante de primera instancia quien también se había volcado por mantener detenido a Alais, de participación en la delegación local de la Policía Federal en los años 1976 y 1977. 
Como Solo Local publicó en esta nota, el ex policía fue capturado en setiembre pasado en el puente que une Posadas, en Misiones, con Encarnación en Paraguay, luego que se librara un pedido de captura en su contra. 

Su nombre fue mencionado en varias audiencias del juicio por delitos de lesa humanidad que se realiza en la Universidad Nacional del Sur. Uno de los testigos que lo citó fue el médico Carlos Aggio, como se puede leer aquí. Antes del golpe de estado del 24 de Marzo de 1976, Alais integró la Alianza Anticomunista Argentina, más conocida como Triple A, según lo investigó el periodista Rodolfo Walsh y se publicó aquí. En un informe elaborado por la agencia oficial Télam, también se resalta el papel que Alais cumplió en el Operativo Independencia en la provincia de Tucumán y su rol en la llamada Masacre de Catriel, uno de los hechos analizado en el juicio que se desarrolla en la UNS. Como se puede leer en este enlace, Alais fue el encargado de difundir la versión oficial sobre el supuesto enfrentamiento en el que habían sido abatidas las cuatro víctimas de ese caso, acribilladas el 4 de setiembre de 1976 en la vivienda de Catriel 321.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Por Mónica.

Por coberturacomision

Con la presidencia del Tribunal a cargo del juez José Mario Triputti comenzó esta mañana la audiencia en el juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos desde el V Cuerpo de Ejército. La primera testigo fue María Rosa Escudero en torno al caso Mónica Morán.

Mónica nació el 23 de mayo de 1949 en Bahía Blanca. Vivía en Espora 163 junto a sus padres y se dedicaba a la labor docente, elaboración de títeres, la escritura de guiones y el trabajo en obras del grupo de teatro “Alianza”. Fue secuestrada el 13 de junio de 1976, la vieron en La Escuelita y su cuerpo fue montado en un falso enfrentamiento organizado por el Ejército doce días después.

 “Yo en 1976 me ganaba la vida en un sindicato de mecánicos como empleada administrativa. Mi conexión con Mónica era por el teatro, pertenezco al teatro Alianza”, aseguró Escudero y agregó que “con Mónica estábamos ensayando en Rondeau 220 esa noche el 13 de junio del ’76, aproximadamente a las 21, era una noche fría. En una habitación estábamos ensayando una obra para niños. Mónica estaba en otra habitación haciendo sus títeres, estaba por salir de gira”.

En un momento “se abre violentamente una puerta, aparece un hombre muy joven que tenía un arma corta y otras cuatro personas, varones también con armas cortas. Rápidamente nos tiraron al suelo, preguntaron por Mónica Moran. Quedamos rígidos y muy estupefactos por esa irrupción tan violenta”.

Ellos reclamaron por Mónica. “Coral Aguirre intentó levantarse, y ella dijo ‘Soy yo’, la tomaron de un brazo, con su cartera la arrastraron hacia afuera. Nos llevaron nuestros abrigos, nuestras carteras y documentos, el dinero. Por lo que siempre deduje que además de asesinos eran delincuentes”.

“Dos del grupo fueron a ver a los padres de Mónica, después me entero que la manzana estaba rodeada, y no sé si le pudieron avisar del secuestro. Después el papá de Mónica dijo que no hay que preocuparse porque el capellán del Ejército es amigo del sacerdote de la parroquia cercana a la casa de los padres de Mónica. Que era en calle Espora”.

La testigo ante la consulta de fiscal Córdoba respecto a si los grupos de teatro eran infiltrados por las fuerzas de seguridad respondió: “Todos los grupos tenían gente que entraba, pero eran muy toscos. En la época de Mónica vino un muchacho que se llamaba Néstor Hernández a tomar clases de teatro y dijo que trabajaba en la SIDE y en teléfonos del estado”.

“Como era tan a boca de jarro y dijo que lo cooptaron en el servicio militar, y como le gustaba el teatro jamás se nos ocurrió que podía ser un traidor. Luego del secuestro de Mónica, no seguimos en ese lugar y a este hombre jamás lo vi”, afirmó María Rosa.

Luego fue el turno de José Luis Morán, hermano de Mónica que relató que “fui el primero que me enteré por radio, por Lu2 que había un enfrentamiento de subversivos contra las fuerzas leales, decían. En la calle Santiago del Estero y Nicaragua, y creo que eran tres muchachos y dos chicas, una de ellas Mónica Moran. Yo estaba en la casa de mis padres cuando se escuchó esa noticia, voy a ver la TV y llegué tarde, ya la habían pasado”.

“Mi hermana tenía ideas contrarias al gobierno, ella iba en contra de la oligarquía, ella se inclinaba, colaboraba en Villa Nocito ayudaba. Y allá en Neuquén era lo mismo. Estaba en contra del gobierno militar”, manifestó su hermano.

Gladys Sepúlveda llegó desde Neuquén para presentarse ante el TOF. Es empleada de la Universidad del Comahue donde conoció a Mónica Morán.

Gladys fue detenida el 14 de junio de 1976 en la comisaría de Cipolleti. Antes habían capturado a sus padres para presionarla y lograr que se entregue. De allí la mandaron a la Unidad 9 de Neuquén.

En un avión fue trasladada junto a otras detenidas: “Nos torturan, nos tiran como bolsas de papa, nos llevan a otro lugar donde yo escucho las voces, reconozco las voces de otras personas de la Escuela Social”.

“Traen a otra persona y reclama sus lentes de contacto,  es Mónica Morán, está un par de días y se la llevan, le tapan la boca, hay insultos y se la llevan. Luego preguntamos, no podíamos hablar, dijeron que teníamos una marca en la frente cada uno de nosotros y algunos eran de un color que indicaba si íbamos a vivir o morir. Esta compañera dijo ‘Estamos en Bahía’, yo no sabía dónde estaba. ‘Escuchen en la lejanía el sonido de los barcos’. Y efectivamente en la noche se escuchaba”.

En el centro clandestino la picanearon por sus lecturas y su participación gremial y política en el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Mencionó al Laucha como uno de los guardias.

Luego fue llevada a la cárcel de Villa Floresta -donde leyó en el diario sobre el enfrentamiento en el que hicieron aparecer el cuerpo de Mónica- y a Devoto. En agosto de 1979, con 24 años, se asiló en la República Alemana hasta enero de 1985.

“En mi vida ha significado un inmenso dolor. Un sentimiento de culpa muy grande el haber sobrevivido a ellas, después más conociendo detalles de sus vidas. Es algo que muchas veces intenté borrar, formé una familia y trababa de olvidarlo. A veces tenía pesadillas, después no las tuve más, cuando empezamos a hacer memoria, y ahora que está la posibilidad de juzgar a los hacedores de ese genocidio, trae paz y salud y una esperanza de que no se vuela a repetir”.

Luego continuaron testimoniando los sobrevivientes de La Escuelita que “convivieron” con Mónica Morán, Pedro Daniel Maidana y Dora Seguel.